DANI ORVIZ

POETA+SLAMMER+SHOWMAN

CAPÍTULO XII: Un plan secreto.

Posted by on Apr 8, 2020

 

Capítulo 12.

 

Un  plan secreto.

 

 

—¡No, jolines, no! ¿Pero es que esta pesadilla nunca va a terminar? —gritaba Ana con evidente fastidio.

El dolor había terminado, pero el mensaje continuaba bien visible en su espalda. Incluso a distancia, el malvado demonio Pazuzu parecía ser capaz de seguir fastidiándola, y mediante aquella acción no hacía más que dejarlo bien claro. Sin aún creerse lo que veían , Davor y el Padre Pilón seguían contemplando el mensaje que el demonio había puesto ante sus ojos.

—Padre —dijo Davor con evidente preocupación —¿qué es esas letras? ¿quí pasa ahora?

El Padre agachó la cabeza negando levemente con el ceño sombrío.

—Dios mío —contestó— esto es mucho peor de lo que me temía. El demonio ha logrado establecer un vínculo demasiado estrecho. Ahora es capaz de causarte daño a distancia. Tan sólo usando una imagen tuya, una simple foto por ejemplo, y operando sobre ella, puede hacer que te sucedan cosas, igual que con los muñecos vudú.

—¡No! —dijo Davor llevándose las manos a la cabeza— ¡No!¡No!

—Sí —asintió el Padre con tristeza— Sí. Sí.

—¡Pero Padre! —dijo Ana de repente— ¡No puede ser! ¿Dice usted que para hacerme esto necesita una foto mía? ¡Pues entonces es imposible, porque en esa casa no hay ninguna! Por superstición, mis fotos son la última cosa que llevo a las casas que estreno, y en esta aún faltaban muebles. ¡No puede ser!

—¿Estás segura, Ana? —dijo el Padre.

—Del todo, Padre. Yo las supersticiones las cumplo al 100%

—Entonces no me explico —dijo el Padre confuso— he visto muchas veces este tipo de magia negra, pero siempre necesita de la imagen de la víctima para operar. Y si aquí no hay…

—¡No! —dijo Davor de pronto, volviendo a llevarse las manos a la cabeza— ¡No!¡No!—y acto seguido se golpeó la cabeza con la pared, igual que si hubiese chutado un cabezazo en el campo de juego— ¡No!

—¡Davor! ¿Qué pasa? —dijo Ana preocupada.

—¡No! ¡No! ¡Culpa mía! ¡Culpa mía! —respondió el futbolista— ¡Sí hay foto tuya en casa! ¡Hay mucha foto tuya! ¡Hay 25.000 foto tuya en casa! ¡Yo las llevé!¡Culpa mía!

—¿25.000? —dijo el Padre sin comprender— ¿Pero qué…?

—Mecachis la mar— dijo Ana, que sí entendía muy bien lo que sucedía – Las revistas. Los 25.000 ejemplares del ¡Hola! Que Davor compró para enviar a su pueblo. Están todavía en la bodeguilla del sótano, y ahí hay fotos mías a mogollón. Seguro que el maldito está utilizando…¡Ay!¡Ay! ¡Ay!

 

No había acabado de decirlo y de nuevo le volvía el mismo dolor ardiente y punzante, sólo que esta vez era en su brazo derecho. Levantando la manga, tanto Ana como sus dos acompañantes pudieron ver cómo se iba escribiendo el siguiente terrible mensaje. Ahora decía:

 

“¿VIENES Y ME FIRMAS UN HOLA? ;)”

 

—Maldito —dijo el Padre apretando los dientes con furia— No sólo se ríe de ti sino que mancilla tu cuerpo con símbolos satánicos.

—No, padre—dijo Ana con dolor— Eso es un signo que se usa en los chats de internet. Hay que mirarlo así, de lado, y es una carita que sonríe y guiña el ojo…

—Ah, sí —corroboró el Padre tras inclinar la cabeza para ver el símbolo— Qué curioso…

—¡Simbolitos no importa! —gritó Davor cortando la conversación— ¡Ahora importa matar demonio y arreglar piel Ana! ¡Sólo eso! ¡Yo acabaré con demonio, Padre! ¡Dígame como! ¡Libro tiene que desirlo!

—Lo dice, hijo —asintió el Padre— pero por lo que sé de ti, para ti no va a ser posible hacerle ni un rasguño.

—¿Cómo? —dijo Ana— ¿Y por qué no, Padre?

—Aquí lo dice —explicó el Padre señalando al libro— “Lorem ipsum Pazuzum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliqua. Ut enim ad minim veniam”  que traducido quiere decir “ Nada le causa dolor a Pazuzu, excepto tal vez un poco el sonido de la risa y mucho el toque de aquellas almas que no han conocido roce lascivo alguno”

—No lo entiendo muy bien —dijo Ana, y Davor lo corroboró asintiendo con la cabeza.

—Pues está muy claro: a Pazuzu le hace un poco de daño la risa, ya que la risa va en contra de sus dos naturalezas, tormenta y mala leche. Pero para hacerle daño de verdad, hace falta al menos un alma virgen, un alma que no haya conocido aún el goce sexual. Y ni con eso me da la impresión de que fuese suficiente para un demonio tan poderoso. ¿Eres tú un alma virgen, Davor? ¿y tú, Ana?

 

Ambos se miraron recordando las tórridas noches que habían pasado hasta la fecha, tanto juntos como en compañía de otros, y a pesar de lo grave de la situación no pudieron reprimir una leve risilla. No, ninguno de los dos iba a ser capaz de derrotar al demonio de aquella manera. Pero de pronto la risa se le congeló a Ana en el rostro, y volvió a gritar de dolor. Esta vez fue en la palma de la mano izquierda donde se dibujó otro desolador mensaje:

 

“TE ESTOY ESPERANDO”

 

—¡Maldita sea! —gritó Davor al verlo— ¡No importa! ¡Yo volveré a casa y destrosaré a demonio! ¡Y usted, padre! ¡Ustes es alma virgen, no?

—Sí, hijo. Lo soy —dijo el Padre sin dudarlo ni un momento— Pero soy viejo ya, y mi fuerza es débil…

—¡Da igual! ¡Fuersa débil o fuersa fuerte!—contestó Davor— ¡Mi patada es fuersa fuerte! ¡Ustes y yo vamos ahora mismo allí y acabamos con dimonio ya!

—¡Un momento! —gritó Ana. Y los dos hombres se giraron al unísono hacia ella.—¡Pero qué os creéis los dos, aquí decidiendo sobre mí sin contar conmigo! ¡De ninguna manera vais a volver a esa casa por mi culpa si no es conmigo!¿está claro!¡Vamos los tres!

—No—zanjó Davor— Tú no vas. Tú no vuelves esa casa.

—Impídemelo si te atreves —dijo Ana plantándole cara.

 

Davor la miró unos segundos, y pudo con ello ver delante de sí a la Ana que no se detenía ante nada, y a la que nada ni nadie era capaz de contener. A la mujer que se había hecho a sí misma, que había partido de cero en Londres, en Nueva York, en Los Ángeles y que siempre había alcanzado la cima con su propia voluntad y fuerza.

—Vale —concedió Davor— puedes venir. Pero antes yo quiero hablar con Padre un momento. Padre ¿puede venir?

El Padre asintió, y ambos hombres se fueron unos segundos al pasillo. Al volver parecían mucho más decididos.

—Bien, dijo el Padre —iremos pues. Pero antes, creo que es mejor que nos tomemos una manzanilla los tres, para tranquilizarnos…

—¡No me lo puedo creer! —dijo Ana asombrada— ¡No podéis ser tan cutres! ¡Habéis planeado drogarme! ¡Habéis planeado echarme un somnífero en la manzanilla e iros sin mí!¡Verdad? Pues podéis ir quitándooslo de la cabeza. ¡Nos vamos ya! ¡Ahora mismo, sin manzanilla que valga!

—Está bien— dijo el Padre con tristeza—entonces eso me obliga a ser más directo.

 

Y con un movimiento de brazo tan rápido que ni pareció movimiento, golpeó de manera seca el lateral del cuello de Ana. Ésta al sentir el golpe quiso decir algo, pero no pudo. Con los ojos en blanco, cayó al suelo como un saco de patatas, de donde Davor la recogió con dulzura y la tumbó sobre el sofá.

—¿Cómo ustes hase eso, padre?— preguntó extrañado.

—Hijo, para tratar con las fuerzas del Averno hay que saber muchas técnicas, y no sólo espirituales. Dormirá durante al menos tres horas. Nos dará tiempo a llegar. Luego…

—Luego acabamos con dimonio y volvemos. Sea como sea.

—Eso espero, hijo. Eso espero.

 

Ambos respiraron hondo antes de dirigirse hacia la puerta. Antes de salir, Davor miró a Ana, que dormía en paz en el sofá, y quiso autoconvencerse de que sólo unas horas lo separaban de poder volver a tumbarse allí con ella, y oler el suave perfume de su cuello. Pero una voz dentro de sí, más fría y realista, le decía muy fuerte que esa sería la última vez que la vería. Daba igual. Él era un hombre de honor y no podía hacer otra cosa por la mujer que amaba. Sin pensar más, salió del apartamento con el padre y cerró la puerta detrás de sí.

 

 

 

(continuará…)

 

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